“1789 En un universo paralelo” – Teatre Rialto

En una Francia hipotética ubicada en un universo paralelo, los hechos históricos no ocurren exactamente como en la tierra que conocemos, no obstante, tienen cierto parecido que nos resulta muy familiar. En el año 1789 también se produce una revolución en la que las viejas fuerzas de la nobleza son sustituidas por una burguesía incipiente.

El proceso judicial contra el marqués de Sade ha concluido. Tanto él como su secretario Latour han sido sentenciados a muerte por actos de perversión y maltrato hacia una supuesta ama de casa, Rosa Keller. No obstante, al marqués le ampara una ley que dicta que nadie puede arrestar a un noble mientras se encuentre en una de sus fincas. La propiedad de la nobleza es inviolable y solamente el Rey, firmando la condena, puede ordenar su detención. Actualmente, Sade está en La Coste, la antigua finca de su familia, disfrutando de total impunidad.

Ninguna obra de teatro, que pretenda ser buena, puede tratar exclusivamente sobre siglos pasados o futuros. El teatro no es una máquina del tiempo cuyo fin es trasladar al espectador a otra época sino un mecanismo que invita a reflexionar sobre la naturaleza humana en la más estricta actualidad. Escribir sobre el presente a través del pasado es posible dado que la esencia de un ser humano es siempre la misma indistintamente de la época en la que se ubique a los personajes y esto ayuda a la comprensión del público.

Toda mirada al presente desde el pasado también ofrece otra ventaja importante: utilizando algunas formas ya desaparecidas en los comportamientos de los personajes y un marco estético y lingüístico diferente, la trama consigue alejar al espectador de su cotidianidad, algo que le brinda la oportunidad de ver los hechos desde un ángulo diferente. El marco de lo cotidiano, por su familiaridad, a menudo invisibiliza las estructuras que conforman el entorno en el que se desarrollan los acontecimientos. Al eliminarlo, se consiguen paliar los prejuicios y estereotipos del espectador abriéndole a nuevas experiencias y perspectivas.

Algunas épocas o hechos históricos se prestan especialmente a la labor del dramaturgo. Son los momentos clave de nuestra historia que, por su importancia, han llegado a formar parte de nuestro ADN social convirtiéndose en un referente. Ubicar la obra en uno de estos períodos cruciales que forman parte de nuestro imaginario colectivo aumenta el interés del público que, al conocer bien el marco, sigue la trama con mayor facilidad. Ahora bien, el espectador necesita una mirada nueva y fresca, no una repetición de lo ya conocido.

En la versión de los hechos que ofrece 1789 En Un Universo Paralelo, el pueblo francés, con sus deseos, sufrimientos y necesidades, se mantiene en un segundo plano. Una revolución sangrienta y feroz no puede cuajar sin la decisiva acción de personajes claves. Son los líderes que guían, manipulan, adoctrinan o recurren a la violencia si lo consideran necesario. Todos ellos, estas personas que se atreven a liderar a los pueblos, ¿Qué secretos ocultos tenían? ¿Qué deseos, qué miedos? ¿Sabían lo que hacían? Si hubieran tenido la certeza de que lo que estaba a punto de ocurrir iba a resultar tan sangriento, ¿lo hubieran parado?, o al menos, ¿lo hubieran intentado? ¿Hubieran sido capaces de ver las posibilidades de una evolución en lugar de iniciar una revolución? 1789 En Un Universo Paralelo habla de personajes poderosos que, ciegos ante la barbarie que se cierne sobre ellos y que ellos solos promueven con acciones cargadas de ineptitud, son incapaces de salir del estrecho campo de sus intereses particulares errando así en todo lo que emprenden. Guiados por su necedad vestida de capacidad dirigen a todos hacia el precipicio. Algunos de ellos están motivados por ideología, otros por patriotismo, por venganza o incluso por amor, pero todos comparten la misma suerte – una muerte violenta.

Esta obra no es un intento de reescribir la historia sino una herramienta que, mediante un hecho histórico, ayuda a dirigir la mirada del espectador hacia la sociedad contemporánea a través de un prisma diferente.
Actualmente, nos vemos inmersos en tiempos convulsos que inevitablemente desencadenan un desenlace incierto. Controlar a nuestros líderes es lo mínimo que podemos y debemos hacer. No les tengamos demasiada confianza; no les atribuyamos un don de sabiduría mayor que el nuestro; no les ofrezcamos un perdón incondicional ante la evidente defraudación de nuestra confianza. Estar prevenido no estaría de más.

Vestuario

Aunque se hizo un minucioso trabajo previo de investigación histórica para no cometer errores, en los diseños finales optaron por no crear copias de los modelos reales de la Francia del final del siglo XVIII. La obra se desarrolla en 1789 en una realidad distinta de la nuestra por lo que se decidió tomar mucha libertad en la creación y diseño de la vestimenta y los espacios conjugando épocas y materiales.

El vestuario es un fiel reflejo de esta decisión. Partiendo de la solución “futurista”del exoesqueleto que facilita el movimiento del Rey, pasando por las chaquetas masculinas típicas de la época o por la vestimenta de la Reina, más propicia del principio de siglo veinte, se ha ido configurando el mundo ecléctico que cabría esperar de un universo paralelo. Aunque el reparto de la obra es formado por cinco actores, en ella aparecen ocho personajes por lo que se han creado ocho vestuarios.